July 16, 2012

Y cuando se dice adios.... (Parte 1)


En la habitación 203 del hospital, se encontraba Alexis con su esposo Carlos.  Llevaban mas de un mes entre operaciones y rehabilitación después del terrible accidente automovilístico en el cual unos jóvenes que manejaban en estado de ebriedad se estrellaron contra el auto de Carlos.  El iba saliendo tarde del trabajo porque el día siguiente salía de viaje con Alexis a Italia.  Después de varios años de matrimonio y muchos mas de vivir juntos, Alexis y Carlos decidieron viajar a Italia para re encontrarse y mejorar su situación amorosa.  No estaban teniendo problemas de amor—ellos estaban locamente enamorados desde que empezó su relación pero la vida cotidiana y la rutina los tenia un poco aburridos y con el aburrimiento venían muchos pleitos sobre cosas insignificantes.  Los dos sabían la razón de estos conflictos y fue por eso que decidieron hacer el viaje de sus sueños—viajar por Italia bebiendo mucho vino, comiendo pasta y caminando por las calles y museos de la mano, como novios de secundaria.  El simple echo de tomar la decisión de viajar ayudo mucho a su relación y todo parecía que se iba mejorando.  De inmediato seleccionaron las fechas para su viaje y Carlos dio aviso en su trabajo.  El trabajaba como editor en una pequeña empresa que se dedicaba a publicar libros de buena substancia y a un costo bajo para los escritores.  La editorial no tenia nombre de pedigrí pero le dedicaba suficiente tiempo en creación y mercadotecnia a sus autores y por eso tenían buenas ganancias.  Carlos ganaba un buen sueldo y tenia el trabajo de sus sueños el cual lo llevo a conocer al amor de su vida, Alexis.  Alexis era de las pocas escritoras de libros infantiles que creía en el valor que tienen los libros para niños.  Desde su infancia le encantaba leer libros que no solo entretenían pero también enseñaban a los niños a ser mejores personas.  Alexis creía como algunas personas creen en algún tipo de religión, que todos los temas de la vida se le podían presentar a un niño sin traumarlo pero mas bien para enseñarle que parte de la belleza de vivir era enfrentar los problemas.  Uno de sus libros favoritos era sobre una niña que tenia cáncer y el cuento era desde la perspectiva de su mejor amigo.  Otro libro que le encantaba era sobre unos elefantes de Japón que tenían que ser sacrificados por cuestiones de guerra.  Eran temas difíciles pero si el autor escogía las palabras adecuadas y los dibujos eran igual de adecuados, cualquier niño podría entender el problema y superarlo.  Alexis entendía que todos los niños eran sumamente inteligentes, mas de lo que los adultos creían y por eso dedicaba sus días a escribir cuentos y luego a colaborar con los artistas para crear un libro perfecto.  Pero poca gente tenia la misma mentalidad y Alexis siempre batallo con sus editores y las empresas para las cuales ellos trabajaban porque no creían en su sueño y no veían como buen mercado los libros infantiles.  Alexis sufrió por varios años hasta que alguien le recomendó la editorial donde trabajaba Carlos y fue así como se conocieron.  Ella le llevo su mas reciente libro y le platico a Carlos sobre sus sueños y sus ideas sobre los libros infantiles.  El desconocía el mercado pero al escucharla platicar tan apasionadamente se dio cuenta que Alexis tenia razón y tomo la decisión de publicar su libro.  Unos meses después y con dos libros de Alexis ya publicados, Carlos la invito a cenar porque el sabia que ella era una mujer extraordinaria y con ella quería compartir su vida.  Alexis dudo mucho en aceptar porque sus relaciones anteriores habían sido terribles y ella ya tenia suficientes problemas emocionales como para agregar un noviazgo con su editor pero después de mucha consideración acepto la invitación y salieron a cenar juntos.  Carlos ya conocía un poco de Alexis y sabia que su lugar favorito era Coyoacan pero para enseñarle un lugar nuevo con el mismo espíritu de antigüedad de Coyoacan la llevo al centro de Tlalpan a un restaurante muy intimo con buena comida y no execivamenente caro.  A los dos les gustaba comer bien pero no frecuentaban lugares exclusivos ni comían caviar todas las noches.  Como buenas almas artísticas, sabían que la buena comida estaba en los restaurantes que no solo procuraban los platillos y el ambiente pero también el precio.  La primera cita fue todo un éxito.  Al principio los dos estaban muy nerviosos pero su compatibilidad intelectual los mantuvo muy ocupados en conversación sobre libros, arte y política y después de la cena su atracción física los mantuvo abrazados mientras caminaban por el parque.  Y con la misma atracción de la primera cita fue su relación a todo momento por mas de diez años hasta que se tuvieron que enfrentar a la realidad de la vida y la muerte después del accidente de Carlos.
Los días en el hospital eran eternos para Alexis.  En unos cuantos días conoció a todo tipo de especialistas –unos que ella ni siquiera sabia que existían.  El neurólogo temía que Carlos no despertara porque su cerebro estaba en coma, el traumatólogo asesaba diario la recuperación de Carlos, el dermatólogo temía que la piel no se recuperaría por las quemaduras.  Todos los días los diez doctores de Carlos le rendían explicaciones y evaluaciones a Alexis pero ninguno podía obligar a Carlos a despertar.  Alexis siempre fue buena estudiante.  Cuando estaba en la preparatoria y la universidad siempre investigaba y estudiaba todo lo obligatorio, recomendado y hasta lo apenas mencionado en clase.  Pero era así hasta en actividades cuotidianas.  Su primer coche era un poco viejo y después de una mala experiencia con un mecánico, ella aprendió como funcionaban los autos y obligaba a los mecánicos a enseñarle como arreglaban su coche.  Cuando empezaba a gotear una tubería en su casa, ella misma investigaba cual era el problema y lo arreglaba.  Y lo mismo hizo con la “enfermedad” de Carlos.  Todos los días investigaba por Internet y compraba libros sobre los problemas cerebrales y le hacia a los doctores mas preguntas medicas que lo que los doctores esperaban.  Alexis sabia de los casos en los cuales los pacientes despertaron y porque se creía que se habían recuperado pero también sabia de los casos fallidos –todas las personas que pasaban años en coma y los que las familias decidieron desconectar.  Todavía no estaba en momento de contemplar esta decisión pero su necesidad de mantenerse informada era mayor.  

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